lunes, 21 de septiembre de 2009

¿Para qué sirve Kenia?

Lo normal es empezar una serie de relatos de un viaje a algún sitio aportando datos generales, sembrando el misterio sobre lo visto y después contado o reforzando las imágenes ya adquiridas por todos sobre ese lugar.

Pero, durante varias veces antes y durante el viaje esa pregunta me volvía y me rebotaba de un lado a otro de la cabeza.

¿Para que nos sirve, en lo inmediato, a nosotros, los blanquitos que nada entendemos de lo de fuera de nuestras pobres coordenadas a su vez empobrecidas por el consumismo y la televisión? Pues sirve para hacer turismo, para hacer safaris y tomar el sol. De hecho Kenia vive de eso y para eso. Y de exportarnos el café y el té.

¿Y a los blanquitos de nuestra península que tanto desconocemos de África tal vez adrede porque la tenemos junto enfrente y es mejor ignorarlo? A nosotros, Kenia nos suena a lo exótico integral. Porque esa parte, el África Oriental, nunca nos la contaron y sólo la conocemos por Memorias de África, y se acabó. Leones, elefantes, ¿tigres?, jirafas y esos negros pegando botes a lo tonto.

Ni siquiera nos interesa nos sirve para controlar a la desbandada de gente pobre que llega, si llega, a nuestras costas. Paradójicamente sólo nos sirve Kenia para traer a esos piratas malos y feos, y también pobres que acosan a nuestros barcos y juzgarlos en suelo keniano.

¿Y así, en más abstracto, como occidentales, para qué nos sirve ese país? Pues sirve para hacer de tapón inmenso a toda la inestablidad que nosotros mismos armamos que hay una vez cruzado el Sahel hacia el Norte: Somalia, Etiopia y Eritrea, Uganda y Sudán. Kenia es el ranchito de la comunidad internacional en la zona. Sedes de organismos internacionales, ONGs, embajadas, empresas multinacionales…

¿Y que debe hacer Kenia para ser útil? Controlar a los terroristas islamistas, así en general, y en concreto a los de Al Qeda, que ya han montado unas cuantas veces en suelo keniano. Eso es lo que debe preocupar. Por cierto, ¿y que preocupa a los kenianos? Corrupción y el aumento de las enfermedades, que es conocida por la Comunidad Internacional, pero preocuparse por eso, por ahora, no sirve.

Kenia viene siendo muy útil desde hace varios años. Al menos sus gobernantes. Como un dictador del mejor molde sangriento de los fabricados por Occidente. Daniel Arap Moi, un tipo además con una veraz cara de asesino. Estuvo en el poder más de veinte años pero es ahora cuando empiezan a aparece la verdad de décadas de sufrimiento y muerte para los kenianos, y estabilidad rentable para mundo occidental.

Kenia queda lejos.